DISCIPULADO, TRANSFERENCIA DE VIDA.
Así lleva por título un libro
sobre discipulado escrito por mi mentor, quien me enseñó lo que es el verdadero
discipulado.
Por muchos años, el concepto
de discipulado se ha confundido con el concepto de estudio bíblico. Se ha
pensado que un grupo de discipulado equivale a un grupo de estudio bíblico.
Este error ha traído como consecuencia que en muchas de nuestras iglesias
tengamos gente con mucho conocimiento bíblico, pero poca experiencia de vida al
lado de nuestro Señor Jesucristo. Esto se puede notar fácilmente, pues cuando
la pruebas o circunstancias difíciles de la vida llegan, conocen el texto
bíblico de promesa, pero se derrumban con facilidad. Esto en el mejor de los
casos, pero hay un extremo más crítico aún, pues se conoce bastante Biblia,
pero no se sabe aplicar a la vida diaria.
En mi niñez participé en un
grupo infantil de la iglesia llamado “Los Embajadores del Rey.” Este grupo hizo
gran impacto a mi vida, de tal forma que hasta hoy en día trato de vivir mi
vida acorde a un pacto que repetíamos cada domingo, y que pasó de ser una
repetición dominical hasta convertirse en mi estilo de vida. Una parte versaba,
“…prometo fidelidad a Jesucristo, pues mi deseo es vivir por él y servirle
siempre…” Hoy, después de tantos años, mi vida es vivir para Jesucristo.
En esa época, sucedió que en
nuestro grupo se estaban perdiendo algunas ofrendas. El consejero investigó y
llegó a identificar quien era el autor de tales desapariciones. Era un
muchachito, conocido por su habilidad para memorizar textos bíblicos. El
consejero quiso confrontarlo, pero con amor para no lastimar su corazón; pero
que aprendiera una lección. Le pregunto, “¿conoces los diez mandamientos?” “Por
supuesto, si quiere se los repito,” respondió el niño. Y comenzó desde, “no
tendrás dioses ajenos delante de mí,” pasando por, “no robarás,” etcétera. El
consejero se dio cuenta que el mandamiento lo conocía pero no lo vivía. Llegó a
la conclusión que le faltaban 30 centímetros para que la Palabra hiciera un
impacto en su vida. Si, son aproximadamente 30 centímetros la distancia de la
cabeza al corazón. Esa distancia se libra con la vivencia. Discipulado tiene
que ver con vivir la Palabra en la vida cotidiana. Pastores, maestros de la
Biblia, debemos enseñar a aplicar la Palabra. Usted dirá, “esa parte le
corresponde al Espíritu Santo” Y es cierto, pero el Espíritu Santo quiere
usarle a usted
Si leemos la gran comisión,
el mandato que hay allí es “haced discípulos…” Más adelante encontramos la
palabra “enseñándoles;” que, si repasamos nuestras clases de español, “haced,”
es un imperativo, un mandato; enseñándoles es un gerundio, expresa una acción
continuada, en progreso, incluso, parte del cómo se hacen los discípulos,
enseñándoles. Pero, cuando vemos la forma en que Jesús enseñaba, nos damos
cuenta que no los citaba en un salón de clases para hacerlo. Lo hacía andando
por el camino, en la casa de alguien, a la orilla del río, etc. Y sobre los
temas que tocaba, eran los relacionados con situaciones específicas del
momento. Si le preguntaban sobre el divorcio, los llevaba a la Palabra y la
aplicaba a ese presente. Si el asunto era que sus discípulos cortaban trigo en
el día de reposos, les mostraba que el Señor había creado el día de reposo por
causa del hombre y no el hombre por causa del día de reposo.
Hagamos discípulos al estilo
de Jesús, más en la vida cotidiana y menos en el salón de clase. Sí, enseñemos.
Sí, prediquemos, pero vayamos allí donde están ellos para enseñarles a aplicar
la Palabra a su vida diaria. Llevémoslos a nuestra casa para que aprendan de
nuestra propia vida cómo se hacen las cosas. Digámosles como el apóstol Pablo
en 1 Corintios 11:1, “Imítenme a mí, así como yo soy imitador de Jesucristo.”
Transfiramos nuestras vidas, eso es discipulado.
Ricardo Pichardo Hernández
Pastor de la Iglesia Bautista
Vida Nueva desde 1995
Profesor del Seminario
teológico Bautista Mexicano desde 2001
Capacitador del equipo de
Conducidos con Propósito para México y Latinoamérica del pastor Rick Warren desde
2005
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